El presidente valenciano, Carlos Mazón, se enfrenta a una situación política que, en muchos aspectos, recuerda a la de Donald Trump. Aunque Mazón ganó la presidencia de la Generalitat, no cuenta con una mayoría suficiente en el parlamento para desplegar su agenda política sin apoyo externo. Esto le obliga a depender del partido ultraderechista VOX para sacar adelante sus propuestas y lo necesitará para aprobar el presupuesto de 2025 de la Generalitat. Esta es la realidad. Esta alianza política, con VOX, rota por mandato de la central del partido de Abascal desde Madrid, la ha usa para sobreactuación y ejercer el populismo: la capacidad de apelar a las emociones y al miedo, en lugar de a la realidad de los hechos.
Al igual que Trump, Mazón nos presenta una “agenda fake” que tiene poco de valenciana, en lo que de él depende. No nos presenta una agenda de propuestas que dependan de su acción de gobierno porque no se puede comprometer ni en fondo ni en tiempo. No tiene mayoría y lo que busca ahora es construir otra, la electoral, a partir de erosionar a sus adversarios y competidores. Porque el President está desnudo, solo puede que organizar rifas, conciertos, grabar vídeos corriendo, en los que parece que siempre huye de la realidad.
Su agenda de agravios con Madrid, está basada en promesas grandilocuentes y soluciones simplistas que no responden a problemas complejos o no son realizables en la práctica. Propuestas que apelan más al sentimiento de frustración o al deseo de cambio rápido, pero que están desconectadas de los recursos y limitaciones reales del gobierno valenciano. La construcción de esta agenda política a base de afirmaciones imprecisas o manipuladas es un claro ejemplo del fenómeno de la posverdad en la comunicación política, donde lo que importa es lo que el votante quiere oír, no lo que es factible.
Mazón se enfrenta a un contexto donde, sin el apoyo de VOX, su capacidad para cumplir con las promesas que hizo durante la campaña es limitada. Esta situación refleja una dependencia peligrosa de la ultraderecha, que le permite avanzar con políticas que podrían estar diseñadas más para provocar y polarizar, que para ofrecer soluciones tangibles a los problemas reales de los valencianos. Al igual que Trump, Mazón promete cambios que no son sostenibles ni están basados en hechos, sino en una narrativa que se construye sobre la desinformación y la manipulación emotiva.
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Mazón no solo depende de VOX para avanzar su “agenda fake”, sino que además carece del apoyo de su propio partido a nivel estatal. Tanto en el Congreso como en el Senado, los representantes del Partido Popular han votado sistemáticamente en contra de las propuestas que Mazón impulsa desde la Comunidad Valenciana. Esto deja en evidencia que sus iniciativas no cuentan con respaldo real y no son más que artificios políticos, concebidos para causar impresión, pero vacíos de contenido y viabilidad.
Un ejemplo claro de este enfoque vacío es el “espectáculo pirotécnico” montado en Madrid por la alcaldesa de Valencia, que organizó una mascletà como gesto simbólico, y que, lejos de traducirse en resultados concretos, es solo otra maniobra mediática. Ayer mismo, anunció que invitará al alcalde de Madrid a Valencia para encender otra mascletà, reforzando la idea de que la política actual del Partido Popular en la Comunidad Valenciana está centrada en hacer ruido, con muchos efectos, pero pocos resultados tangibles. Es una política de grandilocuencia, espectáculo y promesas, que oculta la falta de sustancia detrás de las cortinas de humo.
Las sociedades democráticas necesitan acuerdos y consensos básicos que construyan una sana convivencia. Estas son las denominadas “políticas de Estado”, que deben estar por encima de las coyunturas políticas y electorales. Estas políticas son especialmente necesarias en el contexto actual de polarización que viven las democracias occidentales.
Los valencianos sufrimos una infrafinanciación histórica que ha sido documentada y evidenciada por múltiples informes, incluso corroborada por la Comisión de Expertos nombrada en su día por las Cortes Valencianas. Esta situación ha generado un amplio consenso, una verdadera “política de Estado valenciana”, aprobada por la inmensa mayoría de las fuerzas políticas con representación en las Cortes. Solo una fuerza, que no acepta el Estado de las Autonomías y adopta posturas inconstitucionales, no participó en dicho consenso.
El acuerdo fue ratificado por una gran mayoría de Ayuntamientos, cámaras de comercio, entidades cívicas, sindicatos, y asociaciones empresariales, contando con el respaldo de los máximos dirigentes de todos los ámbitos de la sociedad valenciana. A lo largo de los años, manifestaciones, concentraciones y diversas declaraciones han mostrado un objetivo común: sacar al pueblo valenciano de la grave discriminación que supone la infrafinanciación. Esta unidad puso en evidencia la enorme injusticia sufrida por los valencianos, quienes, con una renta inferior a la media estatal, contribuimos como si fuéramos una comunidad rica.
Este consenso no fue únicamente institucional, sino que fue un acuerdo civil, social y económico, representando la voz de la mayoría valenciana. La Plataforma por una Financiación Justa asumió este mandato, y durante los años 2015 a 2023 fue aceptado por todas las fuerzas políticas valencianas y ratificado por la sociedad civil. Romper este consenso, como ahora pretende Carlos Mazón, no solo desvirtúa el acuerdo, sino que lo debilita de forma unilateral.
Cuando escribo estas notas, Carlos Mazón se reúne con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Es una ocasión inmejorable para transmitir la posición consensuada por los valencianos. Sin embargo, Mazón se presenta con 56 propuestas que él mismo ha definido como demandas valencianas, pero que no son más que parte de su “agenda fake”, una colección de promesas irrealizables que buscan hacer ruido sin obtener resultados. Mazón intenta posicionar sus propuestas como la verdadera voz de la sociedad valenciana, cuando en realidad rompe con el consenso histórico logrado y lo que hace es generar desesperanza mediante propuestas que sabe que son, la gran mayoría, imposibles. Que no las apoya ni su partido. Miente a conciencia.
Lo que los valencianos necesitamos no es más crispación ni polarización, sino líderes que promuevan el acuerdo y el consenso, defendiendo los intereses de nuestro pueblo desde la unidad, no desde la división. Desde posiciones razonables. Las que Mazón quiere romper pensando en un beneficio electoral a corto. En noviembre veremos como esa agenda no habrá servido para que VOX le apoye el presupuesto de la Generalitat y sacará otra. Posverdad, ruido y propaganda. Pero poca política real.